Mesoamérica,
área cultural que engloba el territorio del actual México y casi toda
Centroamérica, donde se desarrollaron una serie de civilizaciones que
compartían rasgos y tradiciones culturales, antes de la llegada de los europeos
en el siglo XVI. El término Mesoamérica
se refiere tanto a las culturas que existían antes de que arribaran los
europeos como a la región en la que se desarrollaron, que incluía los actuales
territorios de México, Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua y
Costa Rica. Los límites de Mesoamérica, así como sus tradiciones, cambiaron
constantemente a medida que determinados rasgos culturales se extendieron entre
las distintas sociedades. Entre las civilizaciones más importantes que se
desarrollaron en la región se cuentan la olmeca, la zapoteca, la maya y la
azteca.
Las culturas de Mesoamérica desarrollaron complejos
sistemas de gobierno, creencias religiosas, conocimiento científico y formas
artísticas. Dentro del área, los pueblos compartieron rasgos que iban desde la
dieta y el vestido hasta los tipos de templo y los dioses. Las cosechas más
típicas eran de maíz, los frijoles y el chile. Las tortillas de maíz, un
alimento básico, se preparaban con piedras de amasar y moldes de arcilla. Los
nobles usaban habitualmente túnicas de algodón ricamente bordadas, mientras que
la gente del común se vestía con prendas de paño y simples frazadas. Entre los
elementos arquitectónicos comunes se encuentran los grandes templos levantados
sobre altos plintos escalonados y los juegos de pelota donde se practicaban
juegos de significación religiosa. Entre los logros intelectuales de
Mesoamérica se cuentan distintos sistemas de escritura jeroglífica, avanzados
estudios astronómicos y un calendario muy complejo y preciso. Las prácticas y
creencias religiosas compartidas por estas culturas incluyen deidades comunes,
culto a los antepasados y sacrificios humanos.
Los rasgos y
tradiciones de Mesoamérica se desarrollaron en diferentes regiones y se
extendieron por las diversas sociedades debido a los contactos interregionales.
Para la época de la conquista española, que comenzó en 1519, la práctica
totalidad de las sociedades mesoamericanas compartían estas características. Al
desarrollo cultural contribuyó la diversidad ambiental de Mesoamérica. La
división entre tierras altas y bajas producía diferentes plantas, animales y
recursos en las diferentes regiones. Esta variedad alentó entre las sociedades
unas relaciones basadas en el mutuo beneficio. Por ejemplo, los productos de
las tierras bajas, como el algodón y el cacao (utilizado para hacer chocolate),
se cambiaban por productos de las tierras altas, como obsidiana (un cristal
volcánico utilizado para fabricar herramientas) y basalto (piedra de la que se
hacían morteros para moler maíz).
Los arqueólogos dividen
la historia cultural de Mesoamérica en cinco periodos principales: paleoindio
(antes de 8000 a.C.), arcaico (8000-1500 a.C.), preclásico o formativo (1500
a.C.-292 d.C.), clásico (292-900 d.C.) y posclásico (900-1527 d.C.). Cada una
de estas etapas supuso una serie de importantes desarrollos interrelacionados.
El periodo paleoindio
abarca la época en que Mesoamérica, junto con el resto del continente americano
fue ocupado por primera vez por bandas nómadas de cazadores-recolectores, cuyos
antepasados habían emigrado desde Asia. Durante el prolongado periodo arcaico,
los grupos mesoamericanos se establecieron en poblados permanentes y
desarrollaron la agricultura como su principal medio de subsistencia. El mayor
logro cultural del periodo arcaico fue el cultivo del maíz, que se convirtió en
el alimento básico de la dieta mesoamericana.
Durante el preclásico
se desarrollaron las primeras sociedades complejas, con grandes poblaciones
sostenidas por la agricultura extensiva. Estas sociedades se segmentaron en una
clase dirigente y otra popular. El desarrollo de estrechos vínculos entre las
elites de las diferentes regiones hizo de Mesoamérica una entidad cultural
definida, donde los pueblos compartían una ideología religiosa y una forma de
gobierno, a pesar de estar divididos en sociedades distintas, con centenares de
lenguas diferentes.
El periodo clásico
contempla el máximo desarrollo de los primeros estados mesoamericanos dignos de
tal calificativo, gobernados por reyes cuyo poder se asentaba sobre religiones
oficiales y grandes y poderosos ejércitos. En estos estados se levantaron grandes
y populosas ciudades y extensos sistemas comerciales. Existía una acusada
estratificación social, entre cuyas clases se contaba un artesanado profesional
y un campesinado, junto con una clase gobernante establecida. Tras el colapso
de las grandes civilizaciones del periodo clásico, asistimos durante el
posclásico al ascenso de otras sociedades en las que priman los canales
comerciales a gran distancia y la potencia militar. Durante este periodo se dio
una cierta secularización del estado, lo que implicaba que, aunque la religión
seguía ocupando un papel importante, no estaba tan mezclada con la política y
la economía. Los ejércitos adquirieron importancia en la medida en que
protegían las rutas comerciales y servían para adquirir bienes y mano de obra
mediante la conquista de otros estados. Fueron estas sociedades las que se
encontraron los españoles, quienes iniciaron su conquista a principios del
siglo XVI.
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